"Mientras regresan al complejo hospitalario el guía le explica que la 
		población del sanatorio se doblaba en domingos y fiestas con los 
		parientes que venían a visitar a sus enfermos. Mientras él habla, la 
		terraza frente a la galería, parece llenarse de color: rojos, blancos, 
		azules, como en esos cuadros de Renoir, repletos de alegría y personas 
		que se guían por el baile y la música.
		El día de la Virgen de la Merced se celebraban las fiestas del 
		sanatorio. La capilla está dedicada a ella y una placa situada a la 
		diestra del altar solicita su auxilio: "Madre de la Merced, venimos a 
		tus pies para implorar tu protección".
		Ese día podían reunirse en las inmediaciones del sanatorio más de 
		seiscientas personas: los familiares que iban a visitar a sus parientes 
		y también los del personal del sanatorio. En la vertiente sur, en la 
		zona que se abre la balconada y la zona de paseos se levantaban casetas 
		y tómbolas. Algunos años se improvisó una plaza donde se lidiaron 
		vaquillas."